20 de octubre de 2010

PERÚ: Mayor voluntad para enfrentar la violencia contra las mujeres


 20 de octubre de 2010

Se requiere mayor voluntad política para enfrentar violencia contra las mujeres
  • DEMUS exhorta al gobierno a pasar de las palabras a los hechos dotando de presupuesto a instancias involucradas en atención del problema 
  • 173 casos por día atienden centros del Ministerio de la Mujer

Ante las incesantes noticias de violencia contra las mujeres que dan cuenta de esta realidad, DEMUS exhortó al gobierno del presidente Alan García a mostrar una mayor voluntad política para enfrentar este flagelo que afecta a cuatro de cada 10 mujeres en el país, dotando, para empezar, de mayor presupuesto a los sectores responsables de las políticas públicas para su atención y erradicación.

Según el propio Ministerio de la Mujer y Desarrollo Social (MIMDES), entre el 2002 y 2010 se han realizado a nivel nacional  286,462 atenciones de violencia contra mujeres, lo que representa un promedio de 173 casos por día, a lo que se suma el terrible y dramático promedio de 12 feminicidios por mes.

“Se requiere mucho más que declaraciones públicas y frases de impacto mediático de parte de las autoridades. El propio presidente García ha expresado su desacuerdo con la violencia, pero esa voluntad debe expresarse en forma concreta en una acción concertada del gobierno contra las agresiones hacia las peruanas que se producen en la familia, la comunidad y el Estado”, expresó Jeannette Llaja, abogada especialista en derechos humanos, directora de DEMUS.

Tenemos por ejemplo el Plan Nacional Contra la Violencia Hacia la Mujer 2009-2015 –precisó- que  lidera el MIMDES y donde están involucrados los ministerios de Educación, Salud, Interior y Justicia. Sin embargo, sus limitaciones presupuestales impiden que se concrete adecuadamente mediante políticas públicas eficaces que permitan avanzar en el derecho a una vida libre de violencia para todas las mujeres.

“Necesitamos que el gobierno asuma como un problema de prioritaria atención nacional la violencia contra las mujeres en sus diferentes manifestaciones y que se presenta a lo largo de su ciclo vital, para lo cual es necesario que el Ministerio de Economía y Finanzas otorgue las partidas suficientes que hagan posible la concreción del Plan”, remarcó Llaja Villena.

En las últimas semanas el país se ha conmocionado con noticias sobre asesinatos de mujeres por sus ex parejas, la violación de tres niñas por su padre y la tendencia lamentablemente vigente en el sistema de justicia de la impunidad en estos casos. A ello se suma el informe de la Defensoría del Pueblo sobre la debilidad existente en los servicios de salud para detectar los casos de violencia entre las mujeres que acuden para atenderse alguna dolencia o malestar.

Jeannette Llaja explicó que además de presupuesto se requiere de funcionarios y operadores estatales, tanto hombres como mujeres, informados y sensibilizados sobre las causas de la violencia de género a fin de que puedan cumplir con su rol de orientación, prevención y sanción de acuerdo a los estándares internacionales de derechos humanos.

La especialista indicó que el Estado peruano es firmante a nivel de Naciones Unidas de la Convención para erradicar todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW), y a nivel de la OEA de la Convención Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer. Estos dos instrumentos que forman parte de nuestro ordenamiento legal y son de obligatorio cumplimiento, dan el marco para las leyes, normas y políticas públicas en la materia.

Mayor información: Mariela Jara: 986 264356 / Carla de la Quintana: 993 978935

15 de octubre de 2010

DÍA MUNDIAL DE LA MUJER RURAL

El primer Día Internacional de las Mujeres Rurales, se celebró el 15 de octubre de 2008. Este día, desde ese momento internacional, fue establecido por la Asamblea General de las Naciones Unidas en su resolución 62/136, de 18 de diciembre de 2007, la que reconoce entres sus considerandos «la función y contribución decisivas de la mujer rural, incluida la mujer indígena, en la promoción del desarrollo agrícola y rural, la mejora de la seguridad alimentaria y la erradicación de la pobreza rural». Su antecedente directo lo encontramos en la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer en Beijing en 1995, en la cual surgió como propuesta de varias ONG, la Federación Internacional de Productores Agrícolas (FIAP), la Red de Asociaciones de Mujeres Campesinas Africanas (NARWA), y la Fundación de la Cumbre Mundial de Mujeres (FCMM) y teniendo en cuenta el rol clave de la mujer en la producción de alimentos y la seguridad alimentaria,  fijar la fecha del Día Mundial de la Mujer Rural el 15 de Octubre, un día antes del Día Mundial de la Alimentación.

Es imposible soslayar que las mujeres rurales desempeñan un papel fundamental en las economías rurales de los países desarrollados y en desarrollo. En la mayor parte del mundo en desarrollo participan en la producción de cultivos y el cuidado del ganado, proporcionar alimentos, agua y combustible para sus familias y participan en actividades no agrícolas para diversificar los medios de subsistencia de sus familias.

Es necesario aclarar que según la FCMM, las mujeres rurales representan más de un cuarto de la población mundial total.

500 millones de mujeres viven por debajo del umbral de la pobreza en las zonas rurales.

Las mujeres producen el 60-80% de los alimentos básicos en África subsahariana y el Caribe.

Las mujeres realizan más del 50% de la mano de obra necesaria en el cultivo intensivo de arroz en Asia.

Las mujeres realizan el 30% del trabajo agrícola en los países industrializados.

Las mujeres procesan el 100% de los productos alimenticios básicos para el hogar en África.

Los diversos análisis y estadísticas confirman que la mayoría de los pobres del mundo son las mujeres rurales. Según las Naciones Unidas, a nivel mundial, de mas de 550 millones de pobres de zonas rurales, el 70% son mujeres y en América Latina y el Caribe las mujeres rurales son mas de 86 millones, de las cuales el 50% viven en extrema pobreza.

En nuestro país desde fines de la década del ochenta, la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación, hoy Ministerio de Agricultura se sumó al trabajo que diferentes instituciones de la sociedad civil realizan en las áreas rurales más pobres del país para lograr el mejoramiento de la calidad de vida de las mujeres y una inserción más equitativa de éstas en las propuestas de desarrollo rural.

Dentro de este marco, esta investigación se propuso lograr una caracterización de las mujeres rurales y aborígenes de nuestro país. Partiendo del concepto de mujeres y género en el desarrollo, examina los perfiles demográficos de las áreas rurales, a partir de los datos del Censo de Población 2001, y las políticas públicas a ellas dirigidas. Se realiza una descripción de los grupos de mujeres rurales -campesinas y aborígenes-, recuperando su pequeña historia, su organización y sus vínculos con instituciones y programas. Analiza el marco legal vigente desde la perspectiva de los derechos humanos y las instituciones y programas gubernamentales y no gubernamentales que desarrollan acciones diferenciadas hacia las mujeres rurales.

Por último, se indican algunos ejes críticos que deberían considerarse en las políticas destinadas al sector que favorecen la equidad de género en el desarrollo rural.



De todo esto surgió el libro “Mujeres que trabajan la tierra. Un estudio sobre las Mujeres Rurales en la Argentina” escrito por Cristina Biaggi, Cecilia Canevari y Alberto Tasso con la colaboración de Mira Díaz, Silvia Borsellino, Magdalena Ramírez, Viviana Canet y la Red TRAMA (Red de Técnicas e Instituciones que trabajan con Mujeres Rurales y Aborígenes) que fue publicado gracias al apoyo de la Dirección de Desarrollo Agropecuario de la SAGPyA y el PROINDER.

14 de octubre de 2010

IV Asamblea de Mujeres del Campo: Declaración de Quito



Difundimos un extracto de la Declaración de Quito de la IV Asamblea de Mujeres del Campo.

Al compás de las luchas históricas de los pueblos y de sus movimientos sociales,  América Latina ha emprendido un inédito camino de cambios, de desarrollo de pensamiento propio, de fortalecimiento del proyecto socialista, de construcción del Buen Vivir / Vivir Bien, que se cristaliza ya en procesos de transición que apuestan por la descolonización y por profundas transformaciones, que lleven hacia sociedades de igualdad, justicias y soberanías, así como de armonía entre seres humanos y naturaleza.

Para las mujeres del campo de nuestra América, reunidas en la mitad del mundo, el reconocimiento de los derechos de la Pachamama (Madre Tierra) y de nuestros deberes frente a ella, la afirmación de la diversidad económica y productiva, la prioridad de la reproducción de la vida y no la del capital,  constituyen una significativa concreción de las reivindicaciones históricas de las campesinas, indígenas y afrodescendientes.

Nos mantendremos alerta hasta que nuestra América Latina y el mundo sean libres de la opresión del capital y del patriarcado.
                Sin feminismo no hay socialismo

     Contra el saqueo del capital y del imperio,  América lucha!

   Por la tierra y la soberanía de nuestros pueblos, América lucha!

   Mujeres del Campo luchando por la soberanía popular,
            por la justicia, la vida y la igualdad!
 

Del retablo a la vida, construyendo ciudadanía

Migraciones y trabajo doméstico

Servicio Informativo "Alai-amlatina"
Idania Trujillo*

ALAI AMLATINA, 11/10/10.- Alicia y Edda son dos mujeres desconocidas. Sus historias no cuentan para las pasarelas de los concursos de top models ni sus rostros aparecen en las portadas de las revistas femeninas o en las pantallas de espacios publicitarios de televisión. Sus historias son duras, estremecedoras, sacuden el alma cuando una las escucha.

Mientras nos agrupábamos en círculo en una improvisada aula de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) en Quito, Ecuador, donde tuvo lugar el taller Migración, trabajo doméstico y violencia de género, dentro del Foro Social Mundial de Migraciones, recordé a las miles de mujeres asesinadas de Ciudad Juárez, México, a las tailandesas que son forzadas a vender sus cuerpos, a las colombianas, dominicanas que trabajan como verdaderas esclavas en países europeos, la mayoría indocumentadas y pobres, y a las indígenas y campesinas que están emigrando cada vez más frecuentemente para las grandes ciudades dentro de sus mismos países.

No sé porqué extraña coincidencia recordé -mientras escuchaba hablar a mujeres de Ecuador, Costa Rica, Argentina, Colombia, España, Guatemala- a la escritora cubana Dulce María Loynaz, Premio Nobel de Literatura, cuando decía que “la mujer debe ver más allá del mundo circundante, y más adentro en el mundo interior, pero no detenerse allí sino saber hacer ver a los demás lo que se ha visto”.

Mujeres en círculo fueron desgranando sus memorias de dolor y de esperanza, compartiéndolas como pan trozado que pasa de mano en mano. El teatro de la liberación fue la metodología empleada por las organizadoras del taller. Y no hubo mejor manera que los trabajos en grupos para que salieran a flote las vivencias cuajadas de sensaciones y colores, de matices y perspectivas diversas como es el universo femenino.

La idea era partir de una construcción colectiva y devolver las realidades mediante el lenguaje del teatro espontáneo, que libera a las personas y sirve para conocer una problemática, dialogar sobre ella de modo horizontal y abierto; pero también para encontrar alternativas y soluciones.

Rápidamente el escenario cambió y las mujeres se agruparon en cuatro grupos para analizar los temas: violencia sexual en espacios de trabajo doméstico, trabajo doméstico y trata de mujeres, migración nacional e internacional y su relación con el trabajo doméstico y organización social del trabajo doméstico, soluciones para visibilizar sus aportes sociales y económicos.

Más allá del escenario

Cada quien a su esquina, cada quien a liberar sus experiencias para ser contadas y compartidas. Y luego, el escenario imaginario del telón que se sube y aparecen estampas representadas de abusos, rupturas y pérdidas de identidades, migraciones forzadas, violencias, descubrimientos de orígenes, recomposición de espacios físicos, geográficos, culturales y emocionales, memoria de cuerpos que hablan de dolor pero también de esperanza y lucha organizada por hacer valer sus derechos.

El impacto de la migración como experiencia laboral sobre la condición de la mujer, lleva a la necesidad de examinar las consecuencias globales del proceso migratorio sobre esta condición. Una atenta mirada nos coloca más allá de una simple posición de observación. Existen innumerables declaraciones y recomendaciones sobre la necesidad de proteger a las migrantes y se ha forjado una agenda global en su favor, inseparable de aquella más amplia que persigue establecer relaciones de género más equitativas.

Específicamente, respecto a las mujeres migrantes y los mecanismos internacionales de protección y promoción de sus derechos humanos, los principales son la Convención para la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW, de 1979), el Programa de Acción de la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo (El Cairo, 1994) y la Plataforma de Acción de la IV Conferencia Mundial de la Mujer (Beijing, 1995), propuestos por las Naciones Unidas.

Pero qué hacer cuando ese cuerpo de leyes y convenios internacionales cae en un saco sin fondo. La respuesta podría ser organizar sujetos, sujetos en movimiento. En este caso particular, empoderar a las mujeres de sus posibilidades reales como sujetos de cambio por una ciudadanía universal que no sólo las proteja sino que ellas mismas sean capaces de transformarse y transformar sus realidades.

Datos que hablan por sí solos

Según ISIS Internacional (Servicio Femenino Internacional de Información y de Comunicación) (1998), las redes de trata de mujeres están especialmente activas en Suriname, donde se concentra y distribuye un alto número de brasileñas, dominicanas y colombianas que ejercen la prostitución. La trata de personas está también presente en las zonas fronterizas de países sudamericanos y centroamericanos con destino a los Estados Unidos y Canadá.

La otra cara de la trata de mujeres es la presencia de un alto contingente de latinoamericanas y caribeñas en países de Europa. Se señala que este fenómeno no puede ser analizado fuera del contexto migratorio y que las mujeres que caen en las redes de los tratantes generalmente han sido contratadas para el servicio doméstico, matrimonios acordados y prostitución.

El único documento internacional vigente relacionado con la trata es el Convenio para la Represión de la Trata de Personas y de la Explotación de la Prostitución Ajena, que data de 1949; tiene la limitación de remitir la definición de trata de mujeres a aquella que ocurre con fines de prostitución, excluyendo a un gran número de víctimas de otras formas de explotación; además, no tiene un enfoque basado en los derechos humanos. Entonces, cabría preguntarse si el cambio vendrá por aprobar más leyes o por concebir aquellas dentro del marco de políticas nacionales e internacionales que tengan en cuenta real y democráticamente a las mujeres como sujetos y no como objetos.

La relación entre migración femenina y vulnerabilidad tiene muchas fuentes: el racismo, la xenofobia, la violencia y la trata de personas, la baja escolaridad y los salarios inferiores a los mínimos establecidos, el trabajo forzado y las peligrosas condiciones de vida, la falta de acceso a servicios sociales básicos, entre otros, que se agudizan con las inequidades de género.

Las mujeres, en general se insertan en el mercado laboral en condiciones más precarias, en comparación con los varones: ganan menos, sus empleos son más precarios , sobre todo en el llamado sector no formal de la economía, tienen trayectorias laborales más interrumpidas, menor acceso a los sistemas de seguridad social, mayores niveles de desempleo y subempleo, trabajan en peores condiciones con respecto a la seguridad y la salud ocupacional y tienen que equilibrar continuamente su trabajo remunerado con sus responsabilidades familiares.

Pero quién o quiénes generan estos desequilibrios. Está claro que no son las y los migrantes. Sabemos que es el modelo patriarcal, depredador y capitalista impuesto por las corporaciones que pretenden controlar la vida de los seres humanos. Pero hasta cuándo.

Ellas vuelven al retablo, pero esta vez al de la verdadera vida. Tienen conciencia de que no es un camino fácil pero tampoco imposible. El reconocerse en sus historias propias y en la de las demás las hace crecer, les da confianza y ánimo para seguir cambiando el mundo y para reconstruirse como ciudadanas migrantes con voces propias.

*Idania Trujillo es periodista del Centro Memorial Martín Luther King de Cuba (CMLK). Cobertura de la Minga Informativa de Movimientos Sociales.